Médicos afirman que cada día de consulta ven a muchas personas que están enganchadas a los psicofármacos. No es algo que aparezca por sorpresa, pero el abuso de antidepresios y ansiolíticos existe.
Muchos sanitarios advierten que tomar una pastilla es sencillo. Tiene un efecto casi inmediato, y como es un medicamento parece que te ayuda a la salud. Las personas no lo ven como una adicción y se acaba transformando en ella.
Los psicofármacos son útiles, pero únicamente en situaciones de dolor o problemas a los que se enfrentan las personas. No debe abusarse de ellos con el pretexto de que es un medicamento.
Esta adicción radica en el nuevo estilo de vida al que se enfrenta la sociedad: somos menos tolerantes al sufrimiento y muchas veces no encontramos apoyo. No somos capaces de sobrellevar cualquier malestar emocional. En seguida recurrimos a los fármacos en lugar de acudir al psicólogo o buscar apoyo en los demás. La gente cada vez está más sola, sobre todo las personas mayores.
Nuestra sociedad es cada vez más individualista y con menos familiares. Hay personas que piden fármacos a su médico cuando en realidad tienen un problema de pareja o se han quedado en paro. No afrontan el problema, recurren al camino fácil. Los adictos a los psicofármacos suelen ser personas por encima de los 50 años, que no consumen otras sustancias adictivas y con tratamientos prolongados por depresión o ansiedad. El problema es que las personas no se ven capaces de superar la depresión o estas situaciones de ansiedad y acaban enganchadas a los psicofármacos.
Efectos
El consumo de psicofármacos en dosis más altas de las que se necesitan provocan somnolencia, déficit de atención y falta de coordinación motora. En dosis muy elevadas, sobre todo si se combinan con alcohol, pueden provocar una disminución de la capacidad de reacción, reducción del ritmo respiratorio e incluso, en casos graves, inducir el coma o la muerte.
El consumo sin control médico durante mucho tiempo puede provocar la pérdida de eficacia de los mismos. Esto ocasiona la dependencia. Por eso, si se interrumpe el consumo o se reduce la dosis de manera súbita aparece el síndrome de abstinencia.
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