Adicción a la heroína
La diacetilmorfina o heroína se obtiene a partir del procesamiento del opio, sustancia natural presente en la adormidera, planta originaria de Oriente. Es un depresor del Sistema Nervioso Central, con efectos analgésicos, que aletarga la mente y el cuerpo y calma el dolor. Habitualmente se presenta en polvo de color marrón. Es el opiáceo de actuación más rápida. Inyectada alcanza el cerebro en 15 – 30 segundos, y fumada en 10 segundos. El mayor riesgo de la heroína es su alta capacidad adictiva, que produce una dependencia tanto física como psicológica.
Formas de consumo
Inyectada: la vía endovenosa, disuelta previamente en líquido, es la forma más peligrosa de consumir heroína. La heroína base y la farmacéutica se disuelven en agua, la Brown en ácido.
Fumada: fumada en pipa o en un cigarrillo liado a mano, o calentada sobre un trozo de papel aluminio.
Inhalada: menos peligrosa que la inyectada, produce un efecto inicial similar; es intenso y se siente en muy poco tiempo.
Efectos
En dosis moderadas produce un efecto euforizante y analgésico inmediato, con sensación de tranquilidad y bienestar, acompañado de una depresión del Sistema Nervioso Central, que ralentiza el pulso y el ritmo respiratorio.
En dosis medias-altas se pasa de un estado de ensoñación consciente a uno de sueño intermitente.
Es una sustancia que genera gran tolerancia y tiene una gran capacidad adictiva.
El síndrome de abstinencia se presenta en forma de vómitos, mareos , fiebre, náuseas, temblores, sensaciones de frio y calor. Puede durar varios días o semanas dependiendo del grado de adicción.
La sobredosis por heroína es mortal.
Adicción a los psicofármacos
Cuando se habla de la dependencia a determinadas sustancias, es frecuente no considerar los fármacos que usados desproporcionadamente pueden causar un proceso adictivo importante y difícil de controlar. Entre ellos se encuentran los utilizados para reducir la ansiedad (ansiolíticos) o para inducir el sueño (hipnóticos), como las benzodiazepinas. Como solución para evitar el malestar se recurre a la medicación, pero si dicho uso no se hace bajo control y si, además, no se contempla un tratamiento psicológico adicional o alternativo para afrontar la causa del problema se corre el riesgo de terminar con esta adicción.
La adicción a los psicofármacos, también llamada adicción silenciosa, afecta a tres niveles: el fisiológico, porque el cuerpo pide más dosis; el cognitivo, debido a que el pensamiento de la persona se centra en conseguir o consumir las pastillas; y el conductual, porque algunas personas realizan acciones que nunca harían si no tuvieran la adicción. Los síntomas para identificar un uso abusivo de estas sustancias son el aislamiento, los cambios de actitud o de humor, abandono de actividades habituales, pérdida o deterioro de las relaciones sociales y los problemas en el trabajo. Cuando se habla de la dependencia a determinadas sustancias, es frecuente no considerar los fármacos que usados desproporcionadamente pueden causar un proceso adictivo importante y difícil de controlar. Entre ellos se encuentran los utilizados para reducir la ansiedad (ansiolíticos) o para inducir el sueño (hipnóticos), como las benzodiazepinas. La adicción a los psicofármacos, también llamada adicción silenciosa, afecta a tres niveles: el fisiológico, porque el cuerpo pide más dosis; el cognitivo, debido a que el pensamiento de la persona se centra en conseguir o consumir las pastillas; y el conductual, porque algunas personas realizan acciones que nunca harían si no tuvieran la adicción. Los síntomas para identificar un uso abusivo de estas sustancias son el aislamiento, los cambios de actitud o de humor, abandono de actividades habituales, pérdida o deterioro de las relaciones sociales y los problemas en el trabajo.

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